La energía solar fotovoltaica se basa en el efecto fotovoltaico, en el que las células solares, compuestas de materiales semiconductores, transforman la radiación solar en energía eléctrica mediante la interacción de dichos materiales.

Durante los últimos años, el número de instalaciones solares fotovoltaicas en todo el mundo ha crecido considerablemente y de forma exponencial, debido a las siguientes ventajas que ofrecen:

Sus recursos son ilimitados, ya que la energía proviene de la radiación solar.

La contaminación emitida durante la producción de energía eléctrica es 0.

El impacto visual es mucho menor que en otros sistemas de producción y transporte, como pueden ser las centrales eléctricas y el cableado que atraviesa nuestro país para el suministro.

El impacto sonoro casi inexistente.

El silicio, material principal en la fabricación de células fotovoltaicas, es muy abundante en nuestro planeta y no se necesitan explotaciones muy dañinas para su extracción. Además, los últimos avances tecnológicos han alcanzado una ratio de reciclaje de estos materiales de un 95%, por lo que podemos asumir que habrá un suministro casi ilimitado en el futuro.

Su mantenimiento es sencillo y poco costoso.

Es muy aconsejable en zonas donde es imposible acceder al suministro de electricidad público.